La
prueba más clara de sabiduría es una alegría continua.
La gente buena, si se piensa un poco en ello, ha sido siempre gente alegre.
Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías, esperando la gran felicidad.
¿Por qué nos alegramos en las bodas y nos entristecemos en los velorios? Porque no somos la persona involucrada.
Que la alegría te acompañe. Extiende las manos y tómala cuando pase.
No hay grito de dolor que en lo futuro no tenga al fin por eco una alegría.
De los tiempos el que más corre es el alegre.
La raíz de todas las pasiones es el amor. De él nace la tristeza, el gozo, la alegría y la desesperación.
La sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz.
Lo único bueno de equivocarse es la alegría que produce a los demás.
La alegría es la pena que se disimula, sobre la tierra no hay más que dolores.
Se es viejo cuando se tiene más alegría por el pasado que por el futuro.
El egoísta encuentra un placer malsano en turbar la alegría de los demás.
Se puede experimentar tanta alegría al proporcionar placer a alguien, que se sienten ganas de darle las gracias.
La gente buena, si se piensa un poco en ello, ha sido siempre gente alegre.
Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías, esperando la gran felicidad.
¿Por qué nos alegramos en las bodas y nos entristecemos en los velorios? Porque no somos la persona involucrada.
Que la alegría te acompañe. Extiende las manos y tómala cuando pase.
No hay grito de dolor que en lo futuro no tenga al fin por eco una alegría.
De los tiempos el que más corre es el alegre.
La raíz de todas las pasiones es el amor. De él nace la tristeza, el gozo, la alegría y la desesperación.
La sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz.
Lo único bueno de equivocarse es la alegría que produce a los demás.
La alegría es la pena que se disimula, sobre la tierra no hay más que dolores.
Se es viejo cuando se tiene más alegría por el pasado que por el futuro.
El egoísta encuentra un placer malsano en turbar la alegría de los demás.
Se puede experimentar tanta alegría al proporcionar placer a alguien, que se sienten ganas de darle las gracias.
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