La Historia del Seiscientos
La presentación en sociedad del
Seat 600 tuvo lugar en 1957, en el marco de la Feria Internacional de
Muestras de Barcelona. Pronto se integró en el paisaje ibérico de toros de
Osborne y cardos borriqueros, como si hubiera circulado por nuestras tierras
durante toda la vida.
Contaba con un motor elemental, didáctico y
duro, que podía arreglarse a martillazos en fraguas o herrerías.
Sus más fervorosos partidarios decían que incluso atropellaba bastante bien: era
un vehiculo discreto y considerado, que acunaba en el morro del capó al peatón
cuando se lo llevaba por delante, mientras su prepotente hermano mayor el Seat
1500 solía romper tibia y peroné, como poco.
A ojos de un conductor español, más
que un coche era un trozo de planeta que quedaba bajo su personal jurisdicción,
para lavarlo, quitarle el polvo y atiborrarlo de quincallería. Y pronto empezó a
llenarlo con las imágenes de San Cristóbal y las vírgenes de su devoción, amén
de los cojines de ganchillo, los inevitables “Papá no corras”, los chuchos de
plástico que movían la cabeza, el “No me toques el pito que me irrito”, “Sonría
por favor” o los distintivos locales, regionales y
futboleros.
Una leyenda...
ResponderEliminarEstos si que eran coches duros, y no los de ahora, que si, que corren mucho pero tienen muchas mariconadas y para cualquier cosa hay que ir al taller.Que pases un buen día Mark.
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