miércoles, 1 de septiembre de 1999

La Historia del 600

La Historia del Seiscientos

La presentación en sociedad del Seat 600 tuvo lugar en 1957, en el marco de la Feria Internacional de Muestras de Barcelona. Pronto se integró en el paisaje ibérico de toros de Osborne y cardos borriqueros, como si hubiera circulado por nuestras tierras durante toda la vida. 
Contaba con un motor elemental, didáctico y duro, que podía arreglarse a martillazos en fraguas o herrerías. 
Sus más fervorosos partidarios decían que incluso atropellaba bastante bien: era un vehiculo discreto y considerado, que acunaba en el morro del capó al peatón cuando se lo llevaba por delante, mientras su prepotente hermano mayor el Seat 1500 solía romper tibia y peroné, como poco. 
A ojos de un conductor español, más que un coche era un trozo de planeta que quedaba bajo su personal jurisdicción, para lavarlo, quitarle el polvo y atiborrarlo de quincallería. Y pronto empezó a llenarlo con las imágenes de San Cristóbal y las vírgenes de su devoción, amén de los cojines de ganchillo, los inevitables “Papá no corras”, los chuchos de plástico que movían la cabeza, el “No me toques el pito que me irrito”, “Sonría por favor” o los distintivos locales, regionales y futboleros. 
Toda una industria auxiliar del abalorio.